¿Cómo ahorra agua el sector automotriz de Latinoamérica?
Desde la cosecha de lluvia hasta procesos de descarga líquida cero (ZLD), la industria automovilística emplea toda la tecnología de vanguardia a su alcance para asegurar la continuidad de sus operaciones en entornos de escasez hídrica. En este reportaje de El Acuífero abordamos la transición del sector a un modelo circular del agua y presentamos el caso de éxito de Audi en México
Planta Audi de México se considera una de las más eficientes del continente
La industria está cada vez más compelida, tanto social como normativamente, a mejorar la eficiencia hídrica de sus procesos. El sector automotriz no escapa de ello y con fábricas apostadas en lugares signados por la escasez como en el norte de México, la adaptación tecnológica para que cada litro cuente se hace urgente.
La huella hídrica para fabricar un automóvil de una tonelada asciende aproximadamente a cuatrocientos mil litros de agua y con estos volúmenes se hace imprescindible una transición hacia la circularidad. Entonces, el reciclaje de agua va más allá de ser un mero capricho ecológico o una estrategia de mercadotecnia verde para convertirse en una condición ineludible para la supervivencia operativa.
En el corazón de la manufactura automotriz, las tecnologías de tratamiento avanzado y reutilización se han erigido como el engranaje que permite desacoplar el crecimiento industrial de la extracción de recursos naturales.
Bajo esta premisa, expertos del sector hídrico internacional destacan que la verdadera vanguardia de la sostenibilidad no reside únicamente en qué producimos —ya sean vehículos de combustión o eléctricos—, sino en cómo gestionamos la huella hídrica de esa producción. La falta de agua amenaza la continuidad de las cadenas de suministro de todo el mundo, por lo que las tecnologías de membrana, la ultrafiltración y los reactores biológicos se posicionan como los nuevos estandartes de la eficiencia para transformar las fábricas de consumidores pasivos en custodios del ciclo hidrológico.
El arsenal tecnológico
Para comprender el salto cuántico en la eficiencia hídrica automotriz, es necesario diseccionar la "caja negra" de las tecnologías que lo hacen posible. El concepto de "Descarga Líquida Cero" (ZLD, por sus siglas en inglés) en un estándar operativo robusto posible gracias a la madurez y abaratamiento de procesos sofisticados como la ósmosis inversa y la ultrafiltración. Estas tecnologías no se limitan a "limpiar" el agua para cumplir con una normativa básica de vertido ecológico; su función es regenerar el recurso a nivel molecular hasta devolverle una calidad, en ocasiones, superior a la del agua potable municipal, permitiendo su reintroducción infinita en procesos como las líneas de pintura, las pruebas de estanqueidad y los circuitos de torres de enfriamiento.
El proceso es una coreografía de etapas físico-químicas y biológicas. El tratamiento biológico avanzado actúa como la primera línea de defensa al utilizar cultivos bacterianos cuidadosamente seleccionados dentro de reactores aeróbicos. Estos microorganismos funcionan como bio-máquinas que metabolizan y degradan la carga orgánica compleja —restos de solventes, grasas y detergentes— típica de los efluentes industriales. Sin embargo, el agua resultante de esta etapa, aunque clara, aún contiene sales disueltas y minerales que serían catastróficos para la calidad de la pintura automotriz o que causarían corrosión en la maquinaria.
Es aquí donde ocurre el verdadero refinamiento en la etapa terciaria. Las membranas semipermeables de la ósmosis inversa entran en juego actuando como tamices moleculares de alta presión. Estas barreras son capaces de retener hasta el 99% de las sales disueltas, metales pesados, virus y contaminantes emergentes que los métodos convencionales de sedimentación no pueden capturar. Al integrar estos sistemas en un bucle continuo, una planta automotriz reduce su dependencia de los acuíferos locales y funciona como un sistema cerrado. Esta capacidad tecnológica es la que permite transformar un pasivo ambiental costoso (el agua residual) en un activo industrial estratégico y renovable.
Caso de éxito: Audi México
La planta de Audi en San José Chiapa es, además de una ensambladora de alta gama, un laboratorio vivo a escala industrial que demuestra la viabilidad económica y técnica de estas tecnologías. Ubicada en una región donde la disponibilidad hídrica es un desafío constante y la competencia por el recurso entre agricultura, comunidad e industria es alta, el Grupo Audi apostó desde la fase de diseño por una infraestructura que hiciera honor a su estrategia global Mission:Zero. La instalación opera hoy como una isla hídrica autosuficiente, convirtiéndose en la primera fábrica del sector automotriz en México en producir vehículos completamente libres de descargas externas de agua.
El núcleo operativo de esta proeza es su Planta de Tratamiento Biológico, una infraestructura colosal con una capacidad de procesamiento de mil ochocientos metros cúbicos diarios. El itinerario del agua dentro de esta planta inicia con un pretratamiento físico que elimina sólidos gruesos y plásticos mediante cribado mecánico, avanza hacia tanques de homogenización para estabilizar el flujo, y continúa hacia los reactores biológicos donde la materia orgánica es devorada. Sin embargo, la clave del éxito rotundo se implementó en 2018 con la adición de un sistema de ósmosis inversa de última generación. Esta actualización tecnológica cerró el ciclo definitivamente, eliminando al cien por ciento la necesidad de verter químicos, concentrados salinos o materiales peligrosos al exterior. Gracias a esta ingeniería de procesos, la planta recupera y reutiliza más de cien mil metros cúbicos de agua anualmente, un volumen masivo que se reinyecta directamente en la producción y en el mantenimiento de las extensas áreas verdes del complejo.
Tarek Mashhour, presidente ejecutivo de Audi México, ha subrayado que este logro no es fortuito, sino el resultado de priorizar la inversión en infraestructura sustentable sobre las soluciones convencionales de "usar y tirar". Pero la visión de Audi va más allá del tratamiento "al final del tubo"; se extiende a la cosecha activa del recurso. Una inmensa laguna interna, con capacidad para almacenar trescientos cuarenta mil metros cúbicos, captura el agua de lluvia durante la temporada de precipitaciones. Este reservorio previene inundaciones mientras que cubre una cuarta parte de la demanda total de agua de la fábrica y reduce drásticamente la extracción de pozos. Sumado a esto, el compromiso se desborda hacia la comunidad vecina mediante la reforestación en San José Ozumba. Allí, la siembra de miles de árboles y la construcción de veinticinco mil fosas de captación infiltrantes facilitan que el agua de lluvia permé al subsuelo, devolviendo al acuífero regional trescientos setenta y cinco mil metros cúbicos anuales. Esto demuestra que la tecnología, bien aplicada, puede lograr un balance hídrico positivo.
El contexto de la demanda
La urgencia de implementar estas tecnologías de eficiencia hídrica se vuelve ineludible e inaplazable al observar el contexto global de la transformación industrial. Si bien el foco de este reporte es la solución hídrica, no es posible ignorar los volúmenes de demanda que la transición acelerada hacia la electromovilidad supone. Según datos recientes de la Agencia Internacional de Energía (IEA), las ventas globales de vehículos eléctricos superaron los trece millones de unidades en 2023, y en el mercado local, la Asociación para la Electro Movilidad reportó un crecimiento del ochenta y tres por ciento en 2024.
Este cambio de paradigma vehicular, aunque beneficioso para la calidad del aire y la reducción de gases de efecto invernadero, plantea nuevos y complejos retos hídricos en la cadena de suministro. La extracción de litio y la manufactura de baterías son procesos intensivos en agua, lo que eleva la "mochila hídrica" de cada vehículo antes de que siquiera entre a la línea de ensamblaje. Es aquí donde la eficiencia extrema en la etapa de manufactura, lograda por tecnologías como las que emplea Audi, se vuelve importante para compensar la huella total del producto. Ante un escenario climático adverso, donde el Monitor de Sequía de México ha llegado a reportar afectaciones severas en más de la mitad del territorio nacional, la industria automotriz no puede permitirse mantener el viejo modelo lineal de "extraer-usar-desechar". La licencia social para operar en el futuro dependerá de la capacidad de las fábricas para ser invisibles en términos de consumo de agua potable.